Llega la nube

Por Pablo Cingolani





Despertarse temprano, siempre paga. Más o menos a las ocho de la mañana, fueron tomadas las fotos que verán. Esto sucede, en esta época del año, en las montañas que rodean mi casa. Como aún persiste el calor, la condensación del agua hace que se formen estas nubes que suben desde abajo –desde abajo del valle- buscando una salida… Es impresionante: las nubes que van subiendo, te dan esa sensación de mundo-al-revés que siempre es el mejor de los mundos. El blanco radiante –que enceguece, que te deja sin aliento, que te sacude sin remedio el alma- es tan terrorífico y tan sublime a la vez, que allí los tienes delante: el paraíso y el apocalipsis juntos, como si fueran dos caras de la misma medalla… Cuando todo es blanco, sólo el canto de los pájaros te restituye al mundo real, lo demás sigue siendo soñar despierto, lo demás sigue siendo uno de los espectáculos de la naturaleza más cautivantes que se pueden conocer. Las fotos, desde ya, no pueden terminar de capturar ni la emoción desatada ni la grandeza del entorno. Pero algo es algo… A las 8:45 AM, ya no quedaba ni una sola nube.



Pablo Cingolani, Río Abajo, 13 de marzo de 2012

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