Resucitados

 

Pablo Cingolani

Al pueblo argentino,
desde Bolivia.

La resurrección de la vida: la resurrección de la alegría

La resurrección de la alegría: la alegría de joderles la película, la alegría de meterles palos a su rueda, la alegría de que ellos no puedan festejar ni estar satisfechos de volver a cagarnos

Esa dulce justicia molecular, milimétrica, invencible, fagocitadora diría Kusch, esa sincera justicia que arde en la piel, ese oscuro día de justicia, a lo Walsh, esa manera que tiene siempre el pueblo de aguar la fiesta, de patear la mesa con mantel, de mandar al carajo a los hijos de puta de siempre: luchando

La resurrección de la lucha, la fe, la vida: la resurrección de la calle

La calle resucitada, la calle –como el “señor Jesús, doctor Jesús, rey Jesús, maestro Jesús” como diría el yatiri- que siempre resucita. La calle donde vibra la vida, la calle donde baila la alegría, la calle donde la belleza de la resistencia es más pura, es más virtuosa, es más plena

Pura. Como el agua insurrecta, el agua que libera, el agua que se libera, el agua que demuele todos los diques de la infamia

Virtud que escampa tras la tormenta que aunque vimos venir se volvió inesperada –ellos sí van por todo, y pudimos vencerlos cinco minutos pero los vencimos y vamos a volver a vencerlos

Plenos de vida, plenos de alegría, plenos de entusiasmo, plenos de pasión por vivirla, por vivir la vida y ese tango feroz que resiste porque el amor es más fuerte; esa casa con diez pinos que aguanta porque al sur siempre hay un lugar y ese lugar es nuestra patria; ese nada como ir juntos a la par porque juntos siempre somos más; esa arena, arenita que oculta las huellas para volver a verlas, para volver a recorrerlas junto a nuestros héroes y junto a nuestros mártires; ese no engrasar los ejes porque nos gustan que suenen como suena la música –porque no necesitamos silencio, como sentenciaba Atahualpa, menos ese silencio que nos quieren imponer

Porque el pueblo es como la música y “la más maravillosa música” será siempre su palabra, su voz, su tenacidad, su estar siendo siempre pueblo

La más maravillosa música que llevamos en nuestros oídos será su perpetua resurrección hasta recuperar a la patria, porque ukamau, que así sea: todos unidos triunfaremos hasta la victoria siempre.

Nadie está muerto, hermano, nadie estaba muerta, hermana: sólo andábamos resucitando.

Pablo Cingolani
Río Abajo, La Paz-Bolivia, 15 de diciembre de 2017

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